Excuse me Mister – How Far is it from Simferopol to Grozny?”
“Terek on his stones is fretting / With a troubled roar;
Wild Chechen, his dagger whetting, / Crawls along the shore.
But your father knows war’s riot, / Knows what he must do.
Sleep, my darling, sleep in quiet, / Bayushki-bayu.”
– popular Cossack lullaby written by the Russian Poet Lermontov
Llamar a alguien negro, en referencia a su color de piel, puede que sea un término políticamente aceptable en EE.UU. En Rusia, sin embargo, el término “negro” (en ruso: чурок, chyrock, chyrka) es usado de una manera muy peyorativa y racista, y fue utilizado a lo largo de la historia de la Unión Soviética para diferenciar entre los “eslavos étnicos leales” y los “rebeldes, incivilizados no-eslavos”. La maquinaria propagandística soviética declaraba que “los chechenos son animales salvajes que algún día morirán en la inmundicia y la pobreza si el Ejército Rojo no los civiliza”, y, con el fin de asimilarlos a la cultura soviética, debían ser “emancipados del islam y de sus tradiciones bárbaras” …y ser deportados a la fuerza.
En la madrugada del 23 de febrero de 1944, el Ejército Rojo de Stalin recibió órdenes de Moscú de detener a todos los Vainakh (chechenos y ingushes) y deportarlos a Asia Central en lo que llamó “Operación Lenteja”. El traslado forzoso fue realizado por orden del jefe de la NKVD, Lavrentiy Beria, y aprobado por Stalin. La orden implicaba la deportación de más de 500,000 personas y la anulación total de la República Autónoma Socialista Soviética de Chechenia-Ingushia. Cientos de miles de chechenos y ingushes fueron asesinados durante las detenciones y la transportación, o muertos de hambre en los primeros años de exilio. A los sobrevivientes no les fue permitido volver a sus tierras hasta 1957. El parlamento europeo declaró esto como un acto de genocidio cometido por la Unión Soviética.
Los argumentos usados para justificar el traslado de la población chechena en 1944 eran los mismos que han sido aducidos para justificar la limpieza étnica de los tártaros de Crimea. Entre ellos se encuentra el argumento de que los chechenos, como los tártaros de Crimea, estaban supestamente colaborando con Alemania nazi. Esta afirmación ha sido entretanto refutada: 40,000 chechenos y 25,000 tártaros de Crimea están documentados por haber luchado en el Ejército Rojo en contra de Alemania nazi.
Por lo tanto no fue sorprendente que el destino impuesto a los chechenos por parte de los soviets—deportación y limpieza étnica—no tardara demasiado en llegar a los tártaros de Crimea. En efecto, afectó a toda la población tártara de Crimea en un sólo día: el 18 de mayo de 1944 los tártaros de Crimea fueron detenidos y deportados, en 67 trenes, a Asia Central. Se estima que alrededor de la mitad de la población tártara de Crimea murió ya sea en las detenciones y transporte, o poco después por la desnutrición y la hambruna.
El pasado ruso incluye un sinnúmero de atrocidades en el Cáucaso, de las cuales puede decirse que han alcanzado su apogeo bajo Stalin. En la historia reciente, las dos guerras de Chechenia después de la caída de la Unión Soviética, sirven como ejemplos de lo profundo que opera realmente el resentimiento de Rusia hacia los “negros”. Hay ahí, pues, lecciones valiosas—para cualquiera, pero especialmente para activistas políticos de la “izquierda” y anarquistas—acerca de examinar Crimea a través del lente de la historia de Chechenia. Entonces, qué ha ocurrido en Chechenia entre la caída de la Unión Soviética y hoy? ¿Y qué tiene que ver esto con Crimea?
Las similitudes entre los destinos de estos dos pueblos—los chechenos y los tártares de Crimea—como también las tácticas del Kremlin, su retórica y actitud hacia ellos, son aterradoras. No obstante, hay una exepción: A Crimea no se le ha hecho pasar por una guerra horrenda por la que tuvieron que pasar los chechenos. Esperemos que permanezca así. Cada vida que se pierde en el nombre del nacionalismo ya es demasiado.
Un ejemplo concreto: en un comunicado de prensa de marzo del 2014 del Centro Conmemorativo de Derechos Humanos en Rusia, los autores observan que “Las fuerzas rusas en Crimea están a cargo de un general cuyas tropas, en los años 1999-2000, fueron los responsables de la desaparición forzada de al menos siete personas durante la segunda guerra de Chechenia”, y que “Están surgiendo informes de Crimea sobre la detención y posterior desaparición de personas: periodistas, activistas cívicos y soldados ucranianos”.
El hombre en cuestión es el teniente general Igor Nikolaevich Turcheniuk, que ha sido puesto al mando de las tropas de ocupación rusas en Crimea. El informe de MHRC no sólo resalta una analogía más entre Chechenia y Crimea, también revela la presencia de las tropas rusas sobre terreno antes del “referéndum”, mientras el Kremlin mentía hasta los dientes, negando tal campaña de intimidación militar.
Las similitudes no terminan ahí, hablando de referéndums. En el 2003, después de dos guerras que se extiendieron por casi diez años, matando a más de 200.000 civiles, la República de Chechenia votó en un referéndum para reintegrar a Chechenia dentro de Rusia. Según el gobierno de Chechenia, el referéndum fue aprobado con el 95,5% de los votos. El hecho de que el referéndum se celebró bajo cualquier cosa exepto condiciones justas, es evidente: amenazas militares en cada puerta, campañas de intimidación, ausencia de observadores independientes y un recuento de votos fraudulento. Todo esto sirvió para garantizar el resultado del referéndum en favor de los intereses de los Kremlin y su títere, Akhmad Kadyrov.
En Crimea se nos intenta hacer creer que aún más personas votaron a favor de la anexión por parte de Rusia. Una increíble 96,7% “expresaron su disposición” a unirse a Rusia. Mustafa Dzhemilev, líder espiritual de los tártaros de Crimea, se apresuró a denunciar el referéndum como amañado, y un ex asesor del gobierno ruso, Andrey Illarionov, lo confirmó, declarando que el resultado fue el producto de “falsificaciones groseramente manipuladas” de una “población cínicamente distorsionada”. De acuerdo con un informe del Consejo Presidencial de Rusia sobre Derechos Humanos, la participación fue mucho más baja que lo declarado—pero admite que la aprobación pudo haber llegado hasta el 50% en total. Esto último no responde a las dudas sobre irregularidades en las urnas, sino que sólo da pie a más preguntas.
Además, de acuerdo con las encuestas realizadas por el Instituto Internacional de Sociología de Kiev desde 2011, el apoyo a unirse a Rusia siempre se ha situado entre un 34% y un 41%. Esto confirma una vez más la respuesta inmediata de Mustafa Dzhemilievs al referéndum. Los crimeos, a los que se les ha pedido votar, fueron objeto de una campaña de intimidación dirigida por militares encapuchados (los cuales hablaban ruso, pero no portaban insignias militares) en las calles de las ciudades de Crimea. Según el historiador de Yale, Timothy Snyder, los únicos observadores internacionales sobre terreno, invitados por el gobierno ruso, fueron miembros de partidos europeos de extrema derecha.
Teniendo en cuenta estos hechos—que el referéndum fue ilegal según la Constitución de Ucrania, que fue objeto de una campaña de intimidación masiva, y que no hubieron observadores independientes sobre terreno—es dudoso que tal evento pueda ser considerado otra cosa que una farsa.
En las conversaciones entre Putin y el ex presidente del Mejlis del Pueblo Tártaro de Crimea, Mustafa Dzhemiliev, Putin argumenta que la separación de Ucrania de la Unión Soviética también habría ocurrido en condiciones ilegítimas, como para legitimar su propio procedimiento.
El Kremlin fue rápido en introducir su propio pueblo a la península. No debemos olvidar que tiene—como cualquier otro poder colonial e imperial—algunos trucos bajo la manga. Durante mucho tiempo, los medios occidentales se han sometido a la confusión y han repetido la historia de que los militantes separatistas serían ciudadanos ucranianos de habla rusa. Pero Putin tiene un compendio para confundir y dividir territorios a los que quiere someter. Las tácticas incluyen la creación de la provocación a través de soldados sin identificación y los así llamados “ciudadanos preocupados”, tentativas con el objeto de dividir a los Meljis o a los líderes chechenos (respectivamente), y de la creación de animosidad y desconfianza al favorecer a ciertos grupos étnicos por sobre otros.
¿Quál furturo le espera al pueblo de Crimea? Pues bien, Chechenia es hoy un lugar horrendamente autoritario para vivir. La libertad de expresión es inexistente, olvídate de la libertad a disentir. En el día de la ceremonia de cierre de los Juegos Olímpicos en Sochi, el 23 de Febrero de 2014, Kadyrov (el actual líder títere en Chechenia) impuso a petición de Putin una prohibición de la conmemoración número 70 de la limpieza étnica de los chechenos de su tierra natal. Dos días antes, Ruslan Kutaev, el presidente de la organización internacional de la Asamblea de los Pueblos del Cáucaso, fue detenido en Chechenia por haber celebrado una conferencia en el pueblo de Gekhi sobre la deportación de los chechenos en 1944.
Las tensiones se exacerban actualmente en Crimea mientras se acerca el 18 de mayo y mientras los nativos tártaros de Crimea se preparan para conmemorar su deportación. Putin, a través de la fiscal Natalia Pokolonskaya, no ha dejado ninguna duda de que usará cualquier disidencia—como por ejemplo el alzar la bandera de los tátaros de Crimea—como un pretexto para escalar la situación. Mustafa Dzhemiliev ya ha sido declarado persona non grata y se le ha negado el acceso a su tierra natal. Se teme, además, que el Kremlin no dudará en utilizar provocadores para garantizar la escalada. “Los Tártaros de Crimea marcharán con sus banderas nacionales [Crimea] y banderas ucranianas,” dijo Dzhemilev en rueda de prensa el 5 de mayo. “Como ustedes saben, las autoridades rusas atacan estas banderas, que son como un trapo rojo para un toro. Puede que utilizen la fuerza [contra los tártaros de Crimea].”
Por último, para reasegurar a los más (o menos) escépticos que todavía creen en las pretenciones de antifascismo de Putin, hay informaciones muy preocupantes sobre chetniks que han sido invitados a unirse a los rusos y a luchar junto a los “Wolves” cosacos (los “Wolves” son una organización paramilitar conocida por su crueldad, la cual ha participado en combates tanto en Chechenia como en Georgia).
Como recordatorio, muchos de los peores crímenes en la guerra de Bosnia fueron cometidos por los chetniks, como por ejemplo la masacre de Srebrenica—atrocidades que nunca olvidaremos. Por lo tanto, que desde mediados de marzo de 2014 los chetniks hayan estado llegando a Crimea, es más que meramente preocupante.
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Un voluntario serbio llamado Malisic es citado en un portal de noticias serbio diciendo: “Durante las guerras en Yugoslavia, una gran cantidad de voluntarios [rusos] luchó en el bando serbio, por lo que nosotros, como sus hermanos, hemos decidido ayudarles. Es por eso que estamos aquí.”¹⁹ Y en un vídeo de YouTube (ver más abajo), puede verse un luchador serbio, con sombrero de piel tradicional y con barba, dirigiéndose a una multitud de seguidores en Crimea con la ayuda de un intérprete ruso, hablando de su sangre eslava y fe ortodoxa común. Chetniks son impulsadas tanto por motivaciones anti-occidentales, como por un odio casi sin precedentes hacia los musulmanes.